Munich, con cerveza y sin cerveza

8 de octubre de 2012
Llegar a Munich en pleno mes de agosto tiene un enorme inconveniente: la fiesta de la cerveza es en octubre -Oktoberfest- por lo que llega uno demasiado pronto para el "desparrame" en el que más de 6,5 millones de visitantes agotan durante unos 15 días más de 7 millones de litros de cerveza. Pero tiene una gran ventaja: permite disfrutar sin agobios de todos los alicientes -incluidos los ferroviarios- que presenta esa ciudad, en la que la cerveza es sólo uno más de ellos.


Además, llegaba a Munich después de un viaje en tren de algo más de 6 horas desde Ljubljana, la capital de Eslovenia, por lo que lo primero que veían mis ojos era la estación central, la segunda en importancia en Alemania, después de la de Hamburgo: 32 vías en superficie y dos en subterráneo con 350.000 viajeros diarios. El 7 de diciembre de 1835 se inauguró la primera línea de tren en Alemania, entre Nüremberg y Furth, dentro de la región de Baviera, de la que Munich es capital. Y sólo 4 años más tarde, Munich tenía ya una pequeña estación ferroviaria. De ahí la enorme tradición que el ferrocarril tiene en esa tierra.

Estaba alojado en un hotel frente a la propia estación, por lo que desde la terraza podía ver el conjunto de edificios que la forman. Desgraciadamente un bombardeo durante la Segunda Guerra Mundial redujo a escombros el edificio histórico de mediados del siglo XIX y lo que hay ahora apenas tiene interés externo, tanto que vista desde fuera podría parecer cualquier cosa menos una estación de tren, quizá la fachada de unos grandes almacenes.


Superada esa primera decepción y tras comprobar el intenso tráfico de trenes que hay en sus andenes, era el momento de disfrutar de la ciudad y sus alicientes.

¿Y quien se resiste enseguida a irse a la cervecería más famosa del mundo a compartir jarras y codillo a la alemana con gente de todas partes del mundo en un entorno desenfadado y festivo? Más de 4 millones de personas al año tienen la misma idea y se van a la Hofbräuhaus donde una muchedumbre enorme bebe, canta y baila al son de las orquestinas que se relevan cada día en ese lugar.





Cumplido ya con el ritual de que irse de Munich sin haber pasado por ese lugar es como no haber estado allí, ya había tiempo ahora de comenzar a ver la ciudad.

Y lo primero que hay que ver y también oír es el carillón del Ayuntamiento nuevo que ofrece junto con las campanadas, una espectáculo de danza en su torre principal, a cargo de 43 campanas y 32 figuras de cobre policromado.



En el piso superior, debidamente protegido por una malla para evitar que se posen las palomas, se conmemora el torneo celebrado en 1568 con motivo de la boda del duque Guillermo V y Renata de Lorraine, y en el inferior el baile de los "toneleros" que celebraban así el final de la peste que asoló la ciudad entre 1515 y 1517.

La música en Munich se dispensa por doquier bien de forma organizada en conciertos casi cada día y otras de forma improvisada pero no menos interesante y a veces difícil de ver en otras ciudades. ¿Cómo conseguirá este músico callejero transportar cada día su piano de cola?


Uno de los lugares habituales de conciertos de órgano es la catedral de Nuestra Señora (Frauenkirche), construida en ladrillo, cuyas torres marcan el límite de edificación en altura permitido en la ciudad (99 metros).





A pesar de que su construcción data del siglo XV, la destrucción ocasionada en su bóveda durante la Segunda Guerra Mundial provocó su hundimiento y con ello la pérdida de gran parte de la ornamentación original. Posteriormente fue reconstruida y la nave central ha quedado de la sobria manera que se ve en la foto, tras la de las torres.

Munich ha perdido la muralla que la rodeaba totalmente en época medieval, pero las puertas de acceso se han conservado hasta nuestros días.


De arriba a abajo éstas son las tres más famosas puertas de la ciudad: la Karlstor, Isartor y Sendligertor. Además hay una puerta en forma de arco, la Siegestor o Puerta de la Victoria, en la zona norte, junto a los edificios de la Universidad.





Otras puertas son más bien pasadizos dentro de la ciudad vieja como la del Ayuntamiento antiguo, hoy Museo del Juguete. O la que conduce al patio de la antigua Corte de los Wittelsbacher.



Precisamente fue esa familia la que construyó su mansión en los edificios denominados "La Residencia", algo que no hay que perderse cuando se visita Munich, y uno de cuyos patios interiores aparece en la siguiente fotografía.




Es dentro del conjunto de los edificios de la Residencia donde se encuentra el Teatro Cuvilliés, joya del rococó alemán.


Ese teatro, cuyo patio de butacas vemos en la fotografía, data del siglo XVIII y es obra del arquitecto francés François Cuvilliés, que da nombre al edificio

De época más tardía (siglo XIX) es el Teatro Nacional que, destruido en la Guerra, fue reconstruido fielmente en la segunda mitad del siglo XX.




Además de su rico paisaje urbano, Munich tiene un enorme parque denominado el "Jardín inglés" con 370 hectáreas que constituye un auténtico pulmón por su densa vegetación y praderas.


Uno de sus cuidados jardines se denomina "Biergarten" o Jardín de la cerveza y lo que hay en él es esta torre china bajo la cual y en su derredor se monta cada fin de semana una fiesta de la cerveza que nada tiene que envidiar a las de las mejores cervecerías de la ciudad. Llovía notablemente cuando decidí pasear por ese parque. De ahí que la concurrencia fuese prácticamente nula.



Si antes me había referido al Teatro Cuvilliés como muestra del rococó civil alemán, hay otro edificio rococó, en este caso religioso, cerca de la Sendligertor, la Asamkirche, para cuya visita tuve que aguardar tiempo por lo reducido de su horario, pero mereció la pena.



La recargada decoración de la pequeña capilla deja boquiabierto a los visitantes.


Una densa red de tranvías y la de Metro, con una web donde se detallan todas sus características, facilitan notablemente recorrer en poco tiempo las distancias y llegar a todas partes con el billete integrado de todos los medios de transporte. También el ferrocarril de Cercanías (S-Bahn) juega un papel importante en los desplazamientos ya que atraviesa la ciudad por el centro y enlaza muchos puntos y estaciones de Metro con el ferrocarril.

Describir el extenso conjunto de edificios de valor histórico sería interminable por lo que querría cerrar aquí esta visión de Munich con la Odeonplatz y la Theatinerkirche cuyas torres también pueden verse desde el Jardín Real sobre la cúpula del Templo de Diana.


Ayer domingo, 7 de octubre a las 12 del mediodía, finalizó la Oktoberfest de este año, con el tradicional brindis de jarras rematadas de espuma. No se entona el "Pobre de mí" como en los "Sanfermines" porque la cerveza corre abundantemente durante todo el año en la ciudad. Pero ya todo el mundo piensa en el 21 de septiembre de 2013 que, según el calendario que rige esa fiesta, servirá para que Munich se llene de visitantes ávidos de levantar nuevamente las jarras.