Cádiz, tacita de plata

13 de enero de 2013
Si hay una ciudad española a la que se recomienda acceder mejor por ferrocarril es Cádiz, donde el vehículo privado sobra. Cádiz es trimilenaria -la ciudad más antigua de Occidente-, bicentenaria -porque en ella se promulgó la Constitución de 1812- y en su provincia se concibieron los primeros proyectos ferroviarios de la España peninsular, en 1830, cuando aún no habían comenzado las obras de ninguna otra línea en España.

Cuando el 22 de mayo de 1854 se inauguró la línea férrea entre Jerez y Cádiz -que sería el primer ferrocarril de Andalucía-, no lo hizo por su trazado actual, que data de marzo de 1861, dando la vuelta a la Bahía, sino con una estación terminal en la Isla del Trocadero, frente a la ciudad, por lo que los viajeros debían tomar una vapor a continuación para cruzar la Bahía. Y es que Cádiz, junto con San Fernando, está situada en la Isla de León, totalmente rodeada de agua. Sólo se puede llegar a ella a través de diversos puentes tanto por parte de las carreteras como del ferrocarril, en su trazado definitivo. Un documento que describe con detalle los primeros pasos del ferrocarril gaditano nos los ofrece el profesor Juan Torrejón Chaves, en esta ponencia del IV Congreso de Historia Ferroviaria, celebrado en Málaga en 2006.

Un croquis de la traza ferroviaria ayudará a comprender estos trazados para quienes no hayan venido nunca aquí.


La Isla del Trocadero está al sur de la zona industrial frente a Cádiz. Parte del ramal que llegaba hasta allá es ahora una línea de Cercanías de acceso a la Universidad y está proyectada una prolongación hasta la zona portuaria de La Cabezuela, con gran movimiento de graneles. La línea amarilla que va desde Puerto Real hasta San Fernando, está construida en terrenos de marismas y tres puentes sobre otros tanto caños, de los cuales el mayor es el de Sancti Petri, permiten al ferrocarril entrar en la Isla de León. La línea sigue por San Fernando, donde hay dos estaciones y continúa hacia Cádiz a través de un estrecho istmo no sin antes pasar sobre el puente de Río Arillo. Una vez en el núcleo urbano de Cádiz el ferrocarril circula bajo tierra en 2,5 km. Hay 5 estaciones en la ciudad, una de las cuales está en superficie al inicio del tramo urbano y la última es la estación Término.

En las dos fotos siguientes, boulevard ajardinado sobre el túnel del ferrocarril y edificio de acceso a la estación subterránea de "Segunda Aguada" construida en el lugar donde antiguamente hubo un apeadero en superficie.




Las carreteras tienen el mismo problema. Salvo la que discurre a través de San Fernando, que también debe atravesar puentes, el otro acceso se lanza sobre el mar, con un puente con tramo central levadizo, construido en la década de los años 60.

Precisamente, la Isla del Trocadero, término inicial de la vía férrea, es la situada a la derecha del lado más distante del puente.

Como este acceso se ha convertido ya en insuficiente, un nuevo puente mucho más largo y alto que éste, se encuentra en avanzado estado de construcción y además de los carriles para el tráfico rodado tendrá también vías para el tren-tranvía de la línea 2 de la Bahía de Cádiz, que conectará con la vía férrea en el término de Puerto Real. El aspecto que tendrá una vez terminado se aprecia en el render de la primera fotografía.

Ahora volvamos al istmo de acceso a Cádiz. Durante un casi un siglo, la vía férrea discurrió sobre las dunas de la playa del lado del mar, hasta que con el relleno de una franja de terreno se tendió del lado de la Bahía que es por donde está situada actualmente, ya con doble vía electrificada.


En esta panorámica del istmo tomada desde el lado de Cádiz podemos ver el lado de la playa (derecha), por donde durante casi un siglo estuvo la vía férrea y el trazado actual del lado de la Bahía (izquierda).  La inestabilidad de las vías a causa de lo movedizo de la arena, produjo varios accidentes, como el que recoge el siguiente grabado del descarrilamiento nocturno del tren correo de Madrid, en 1879.

El actual trazado al lado de la autovía de acceso a Cádiz ha permitido mayor velocidad de los trenes en una zona donde hay más de 80 circulaciones diarias.



Incluso es posible que le adelante a uno un tren de Larga Distancia mientras circula por la autovía, como este S-130 con destino a Madrid.

Cádiz están muy bien servida desde el punto de vista ferroviario. Cada día hay 13 trenes directos o con enlace garantizado a Madrid, también a Barcelona y Valencia y otras ciudades situadas en ambas líneas de alta velocidad. Se puede llegar también a gran parte de Andalucía en trenes de Media Distancia y cuenta con un núcleo de Cercanías cuyo final de línea en el otro extremo está en el Aeropuerto de Jerez. Por este motivo el tren es el mejor medio para venir hasta esta ciudad, cuyas próximas fiestas son las del Carnaval. El clima es suave tanto en invierno como en verano, con temperaturas extremas mucho mejores que las de otras ciudades andaluzas del interior. Además, la oferta hotelera es excepcional.


Esta es la primera de las estaciones en la ciudad de Cádiz: la de Cortadura. Durante las obras del soterramiento fue estación terminal provisional. Ahora es sólo un apeadero de Cercanías.

Y esta es la histórica estación edificada en 1901 por la Compañía de los Ferrocarriles Andaluces, propietaria ya entonces de esa línea. El edificio, ya restaurado, está sin uso permanente, en espera de alguna iniciativa comercial. Junto a él se ha edificado un enorme edificio funcional que alberga, a veces con dificultad, todas las circulaciones.

La geografía ferroviaria de Cádiz presenta este completo mapa de estaciones que es todo un lujo para una ciudad que está en unos 150.000 habitantes.

Una vez fuera del tren, lo primero que percibimos en Cádiz es la cercanía del mar, con la salinidad en el ambiente. "Cádiz, claridad salada..." la definió Manuel Machado. Y aunque a veces las nubes de tormenta se expandan por el cielo, en seguida la luz intensa realza la belleza de sus paseos marítimos.

Una de las características importantes de Cádiz es que se trata de una ciudad totalmente amurallada en la parte vieja, excepto en la zona portuaria para cuya ampliación hubo que derribar la muralla. Este amurallamiento, en una parte de la ciudad, es el perímetro marítimo por lo que la muralla separa la zona urbana, algo elevada, de las aguas del Océano. Y como toda muralla que se precie tiene también su puerta de acceso.



Realmente la puerta histórica es sólo la del centro: por ahí entraba y salía todo el tráfico hasta que éste se hizo tan grande que hubieron de abrirse estos enormes huecos en los lienzos de la muralla.

El amplio foso es hoy zona deportiva juvenil o área ajardinada. Entre las especies más abundantes destacan las palmeras de las que veremos a lo largo de los muchos jardines urbanos, ejemplares de gran variedad y porte.

Un paseo por el perímetro marítimo de la ciudad intramuros permite contemplar que la ciudad edificada lo llena todo y las calles dan al mar por los cuatro puntos cardinales.





Pero ya es hora de adentrarse en la "tacita de plata" o -como la llamó el poeta inglés Lord Byron- la "sirena del Océano".


Quizá por la proximidad a la efeméride debamos reparar primero en el monumento a la Constitución de 1812, denominada popularmente "La Pepa", por haber sido promulgada el día de San José de ese año. En 2012 se cumplieron 200 años de esa fecha y han sido muchos los actos con los que se ha conmemorado.

Y antes de adentrarnos en sus estrechas calles voy a detenerme en un detalle peculiar de la arquitectura gaditana.



Se trata de las torres y minaretes que coronan muchos edificios. Los hay de muchas formas y estilos pero todos ellos tenían una finalidad muy concreta: otear el horizonte marítimo para avistar la llegada de las naves por parte de las esposas, amantes, hijos... de los marinos. Es algo muy peculiar de Cádiz y conviene levantar la vista para descubrirlas. A veces esa tarea no es sencilla por la estrechez de las calles lo que unido a esquinas angulosas, puede uno pensar en el callejeo que se le viene encima la proa de un barco, cuando es sólo un edificio de viviendas.



Muchas calles estrechas por doquier, para resguardo de los temporales y, quizá, para atenuar la intensa luz que se cuela por todas partes.





En medio de ese callejeo urbano podemos descubrir las "casas-palacio", de las que hubo un cierto número en Cádiz, todas ellas con una arquitectura muy semejante.

Una de las más conocidas es la "Casa del Almirante", que está siendo restaurada para destinarla a hotel de lujo. Es la de la foto siguiente.





La otra es la "Casa de las Cadenas", totalmente restaurada y que perteneció durante años a la familia de quien escribe estas líneas. Ahora es el Archivo Histórico Provincial. Dentro posee uno de esos patios gaditanos totalmente de mármol, con columnas romanas y galería superior que es una auténtica joya arquitectónica.


El primer edificio oficial con el que se topa uno entrando desde la estación del ferrocarril es el del Ayuntamiento, situado en una plaza aún con adornos navideños pues este domingo de enero aún no los habían retirado. Aunque de líneas sencillas tiene su encanto con esa fachada neoclásica.

Poco hemos de andar por las estrechas calles para llegar hasta la catedral cuya arquitectura y terminación en blanco sorprende notablemente.



Concluida a mediados del siglo XIX, su interior es barroco pero la fachada se concluyó en estilo neoclásico. En ella se empleó piedra ostionera, berroqueña e incluso mármol genovés. Por su proximidad al mar, pues su trasera es batida directamente por los grandes temporales, la piedra ha sufrido mucho deterioro y está en constante restauración.


Desde el paseo marítimo de Poniente tiene este bello aspecto, muy próxima al acantilado amurallado que da directamente al Océano Atlántico.


Otro edificio de valor arquitectónico es el de la Diputación Provincial situado junto a la zona portuaria.

Una de las más curiosas características de algunas plazas y parques gaditanos son los árboles milenarios de gran porte. Algunos de ellos son dragos y otros ficus, como el espectacular ejemplar que nos muestra la fotografía que hice esta misma mañana.


Quizá estos enormes árboles pudieron ver la época árabe de la capital gaditana de la que nos han quedado algunos arcos que dan acceso al Barrio del Pópulo, de entre los que destaco estos dos.





El primero es el Arco del Pópulo y el segundo el de la Rosa. Ambos pertenecen a la antigua muralla medieval que cercaba la parte más antigua de Cádiz, precisamente donde en estos últimos años se han descubierto las ruinas de un teatro romano.


Al caer la tarde de un domingo cualquiera ya hay trenes preparados para llevarse a los visitantes del fin de semana, no pocas veces en dobles composiciones. La visita a Cádiz puede ser mucho más profunda que la enunciada en este breve texto: la gastronomía es excelente, basada en productos del mar, y la repostería, con reminiscencia árabe, tiene su culmen en el "pan de Cádiz", ahora llamado "turrón de Cádiz", cuyo origen se remonta a la época del asedio francés de la Isla de León, cuando los ejércitos galos la cercaban y los diputados a Cortes redactaban mientras el texto de nuestra primera Constitución democrática. El pueblo llano tenía que comer y arrampló con los almacenes de almendra para la exportación con las que hizo un pan mucho más gustoso que con simple harina.

Tengo que reconocer que ninguno de esos trenes me ha servido para nada porque a ningún sitio tengo que viajar ya que estoy dentro de la Isla. Quizá, como se dice aquí, lo mejor que tenga que escribir para terminar, como en el tanguillo, sería "¡Niña, vente pa Cai!".

Más información

Página oficial de Turismo de la Ciudad de Cádiz

Créditos de las fotos aéreas: Inicial, Ministerio de Fomento; Foto del Puente "Carranza", cortesía del Consorcio de la Zona Franca de Cádiz.