Glasgow: una vieja estación de Caledonia, una moderna estación británica

23 de noviembre de 2013
Al viajero que llega a la estación de Glasgow Central se le tienden literalmente las alfombras. Y lo que ahí vemos es una de ellas, en una de las puertas nobles del edificio. Ese escudo nos recuerda que la estación fue construida por la Compañía del Ferrocarril de Caledonia, nombre que los romanos dieron a Escocia a la que no llegaron a conquistar. Finalmente le construyeron dos muros al sur, el de Antonino y el de Adriano y dejaron a los escoceses tranquilos. Siglos más tarde llegó el ferrocarril y Escocia empezó a estar más cerca de Inglaterra en un edad temprana del transporte ferroviario. Nació la Compañía del Ferrocarril de Caledonia, en 1830, y los ferrocarriles locales ya tendidos en el entorno de Glasgow y Edimburgo avanzaron hacia el sur para conectar en Carlisle con las líneas inglesas. El tráfico creció y creció y la primitiva estación dio paso, en 1879, a la primera fase del soberbio edificio de la Estación Central de Glasgow, al norte del río Clyde.

Entraba la línea ferroviaria en la estación por un viaducto cuyas pilas estaban clavadas en el lecho del río. Con el paso del tiempo y el incremento de las circulaciones, el viaducto primitivo hubo de ser sustituido por otro mucho más ancho, la estación creció en número de vías pero el estilo inicial fue conservado en todos sus detalles.

Aquí vemos el primer viaducto que atravesó el Clyde a la entrada de la estación. Detrás, el ancho viaducto construido a comienzos del siglo XX

Con un tren de Virgin en primer plano, vemos el cuerpo inicial de la estación, cuya zona cubierta era mucho más corta que la que se añadió posteriormente

Esta cristalera pertenece a la parte antigua del edificio, donde los estribos de la marquesina, toda ella acristalada, son el soporte de los ventanales, también acristalados, de la parte Este de la estación

La ampliación no sólo aumentó el número de plataformas y vías sino que alargó la marquesina e incluso creó cuatro nuevas vías en el subsuelo. Luego vendría la electrificación, la mejora de los sistemas de señalización y seguridad y pequeñas reformas de la movilidad interior, que han convertido a esta estación en la décima en importancia del Reino Unido, con más de 38 millones de viajeros anuales. 1.400 trenes se mueven en la estación en un día laborable.


En un panel separador de una zona de obras, National Rail ha añadido algunos murales y entre ellos está el que recuerda la gran ampliación llevada a cabo en 1906

En una vista transversal de parte de las vías, podemos ver algunos de los muchos trenes de distintas compañías británicas que recalan en ella: Virgin, Cross Country, ScotRail (First), East Coast, los trenes nocturnos de Escocia a Londres, de Caledonian... Muchos de ellos son eléctricos pero otros son diésel por servir destinos no electrificados.



La gran zona de espera tiene un aspecto muy solemne con comercios laterales todos ellos construidos con maderas de tonos oscuros, muy a tono con el porte exterior del edificio.



El edificio exterior fue añadido cuando se produjo la gran ampliación de comienzos del siglo XX y en su ángulo derecho la esquina está rematada por una torre con un gran reloj. No se reparó en gastos en la construcción del edificio, como lo prueban las espléndidas puertas de bronce policromadas que están en las puertas principales.


Precisamente ese cuerpo del edificio lo ocupa un importante hotel cuyo nombre coincide con el de la estación y cuya parte del edificio fue concluida en 1883, construida con el estilo arquitectónico denominado de la "Reina Ana" (barroco inglés).


La calle lateral Oeste (Hope Street) recorre todo la longitud de las vías de la ampliación y presenta cerramientos con cristaleras simétricas a las del lado contrario.

Cuando se construyeron las vías subterráneas, la excavación se efectuó bajo esa calle por lo que la vibración del movimiento de los trenes se transmite a los edificios más antiguos que hay en ella. Uno de esos edificios es el hotel donde me encuentro. Cuando llegué, solicité una habitación en la zona abuhardillada que da al edificio de la estación, Por ello, mientras escribo puedo sentir el tráfico de los trenes en el subsuelo y le da una nueva dimensión, más ferroviaria aún, a esta entrada.

La construcción del ferrocarril propició un drástico cambio en los negocios de toda la región y esto lo notaron también los agricultores, que podían ya traer sus más frescos productos para vender en el mercado.

Incluso construyeron un edificio al lado de la estación al que llamaron "La Cooperativa Alimentaria" para hacer más fácil la compra por los clientes. Y ahí sigue el edificio prestando la misma actividad que hace más de un siglo, aunque con renovado aspecto interior. Es una muestra más de cómo cambian las ciudades con la mejora de las conexiones ferroviarias.