Viajes póstumos en tren: estaciones muy fúnebres

29 de marzo de 2014

En diversas entradas anteriores del Blog hemos abordado algunos de los más famosos viajes póstumos en tren hasta la sepultura. Personajes relevantes que, bien por voluntad expresada en vida o por deseo de los ciudadanos, fueron llevados en tren a su última morada. Quizá nos faltó mencionar el traslado del cadáver de Tito, el dictador de Yugoslavia, desde Ljubljana hasta Belgrado, el 4 de mayo de 1980, en su histórico "Tren azul". Ahora, para cerrar este tema, vamos a comentar el último viaje de ciudadanos corrientes que llegaron en ferrocarril al cementerio para su entierro porque en la necrópolis había una estación de tren o incluso existía una línea ferroviaria destinada al transporte en tren de un entierro completo: el finado y sus deudos. Y para abrir el texto insertamos la foto de una estación fúnebre que se construyó en el Cementerio Rockwood, en Sidney (Australia), al final de la línea construida para trasladar a los difuntos. No es la única ni la más importante de las que han existido en el mundo.

Si la estación data de 1865 -como puede apreciarse por la fotografía de autor desconocido- la línea contaba con otra estación en el núcleo urbano que se conserva aún, aunque la línea ferroviaria se clausuró en 1938.


Estación del ferrocarril Mortuary en Sidney (Foto Thortful) 

Curiosamente esta estación acabó convertida en un restaurante durante varios años. La línea ferroviaria desde aquí hasta el cementerio se sustituyó por un servicio de autobuses. Obviamente sólo para los vivos, que en el tren iban también los difuntos.

Muy probablemente la idea de construir una ferrocarril al cementerio la tomaron en Australia de la ya existente en Londres. En noviembre de 1854, la London Necropolis Company, que gestionaba los enterramientos en la capital británica, compró un terreno en Brookwood (Surrey), a 40 km de la ciudad, para construir allí un nuevo cementerio. La distancia en aquella época resultaba excesiva para los desplazamientos por lo que la funeraria se convirtió también en compañía ferroviaria y construyó el London Necropolis Railway. El estudio financiero de la compañía resultó demasiado optimista porque calculaban entre 10.000 y 50.000 traslados anuales y apenas llegaron a 4.100. Como resultado de ello la propia compañía bordeó la quiebra y de no haber puesto a la venta los terrenos sobrantes que lindaban con la necrópolis, hubiera tenido tan fúnebre final como su objeto social.

Así llegó hasta 1941 y lo que la crisis financiera no había conseguido lo logró la aviación alemana durante la Segunda Guerra Mundial con sus bombardeos, que acabaron con esa línea ferroviaria.


Este era uno de los trenes de la compañía London Necropolis Railway (Foto John Clark)

El edificio de la estación en Londres aún se conserva en el número 121 de la calle Westminster Bridge, aunque apenas deja traslucir su pasado ferroviario. Su primitivo aspecto como estación, entre 1890 y 1899, lo podemos ver en esta foto cuyo original está en el Museo Nacional Ferroviario del Reino Unido.


Una de las más curiosas historias en este sentido la conocí en Finlandia durante un largo viaje a este país en 2013. En las cercanías de Helsinki se ubica el cementerio denominado Malmin que tuvo una línea ferroviaria desde su construcción en 1897. Para ello hubo de construirse un ramal de 2 km desde una línea próxima. También una estación en el propio cementerio que aún se conserva.




Estación ferroviaria en el cementerio Malmin de Helsinki

Inicialmente había trenes semanales desde Helnsinki hasta el cementerio, que luego subieron hasta 5. La composición del tren que llegaba hasta allá era de 2 furgones para el transporte de cadáveres y 4 para los dolientes y los ministros de culto de la Iglesia Luterana, propietaria de la necrópolis.

Lo más curioso de la circulación de este tren es que contaba con un reglamento específico donde se indicaba que la locomotora debería evitar la expulsión ruidosa de vapor dentro del camposanto para no interrumpir las ceremonias religiosas del enterramiento.

Tras la Segunda Guerra Mundial se suspendieron los servicios ferroviarios y en 1954 se dio de baja línea. Ahora la antigua plataforma ferroviario es un carril bici, tras la retirada de los carriles.

La línea ferroviaria fúnebre más accidentado se ubicó en Berlín donde hubo un ferrocarril específico para el cementerio de Stahnsdorf, que partía desde la estación de Berlín-Wannsee (en la foto).



Hoy día en esta estación es donde se forman los trenes de viajeros que llevan plataformas de transporte de automóviles. Junto a la estación hay un bellísimo lago que da nombre al lugar y un espeso bosque de lado derecho de esta foto, al final del cual está la localidad y el cementerio.

El ramal de conexión con la necrópolis tenía 4.250 metros y su construcción fue exigida a los Ferrocarriles de Prusia por el Concejo de la Ciudad de Berlín, cuando se autorizó la construcción del cementerio, debido a la distancia existente desde Berlín hasta allá. La inauguración de la línea hasta el cementerio se produjo el 2 de junio de 1913 y se interrumpió en 1945 por los destrozos producidos durante la Segunda Guerra Mundial en el puente sobre el Canal de Teltow, por el que pasaba la línea.

En 1948 se reconstruyó el puente y se reanudaron los servicios ferroviarios. Sin embargo, la construcción del Muro de Berlín el 13 de agosto de 1961 condenó al cierre definitivo de la línea por no poder darse servicio a esa zona desde la ciudad, totalmente aislada del resto del territorio circundante.

Tras la reunificación alemana, la Iglesia Evangélica solicitó la reapertura de la línea, que fue desestimada judicialmente, y el ferrocarril ya desmantelado ha perdido incluso su plataforma, engullida por el bosque circundante. Queda para el recuerdo el remozado puente sobre el Canal de Teltow que hoy día no admitiría el peso de un tren.



Puente de la línea ferroviaria al cementerio sobre el Canal de Teltow (Foto A. Savin)


Aquí mueren los raíles de la línea (Foto Christian Liebscher)

El aumento de tamaño de las ciudades y la construcción en ellas de líneas de metro que se extienden no pocas veces por las zonas periféricas, ha hecho que hoy día muchas necrópolis tengan acceso por metro en sus inmediaciones. Bien cierto es que sólo las usan los visitantes ocasionales y nadie organizaría un entierro usando el metro.



Una de esas estaciones más conocidas es la del Cementerio de Arlington en Washington D.C. situada en la propia necrópolis y que vemos en esta fotografía de Ben Schumin. (MAM)