Riga, un puente ferroviario con historia y con color

5 de julio de 2014

Hay puentes ferroviarios con caché, con una historia llena de sobresaltos y presa de los horrores de la guerra. Puentes que, a pesar de todos esos problemas y destrucciones, han sobrevivido hasta nuestros días. Si tenía ganas de llegar a Riga era, entre otras cosas, por ver y fotografiar el puente ferroviario sobre el río Daugava que tiene todos los elementos para convertirse en un símbolo de la ciudad y de su ferrocarril. Pero a todo ello se añade una nota adicional que lo hace único en el mundo y que enseguida veremos.

El ferrocarril llegó pronto a Letonia. En 1860 se construyó la primera linea, con 160 km, entre Pytalovo (Rusia) y Dinaburg (hoy la ciudad de Daugavpils, en Letonia) a donde el lunes llegaremos. Esa línea era parte de la que se había diseñado para unir San Petersburgo con Varsovia.

El primer puente ferroviario que cruzó el caudaloso río Daugava, en Riga, se inauguró el 1 de enero de 1873, perteneciente a la línea Riga-Bolderaja.


Se trataba de un puente de celosía de doble armadura que se cedió a la ciudad de Riga para tránsito carretero cuando el 11 de mayo de 1914 se construyó otro nuevo. Éste resistió entero hasta la Primera Guerra Mundial en que el ejército ruso voló dos de sus tramos. El ejército alemán lo reconstruyó y continuó su uso hasta la Segunda Guerra Mundial. A comienzos de julio de 1941, zapadores del ejército ruso lo volvieron a volar. El ejército alemán lo volvió a reconstruir pero en 1944, con la retirada de los alemanes, el puente volvió a ser destruido.


Las tropas alemanas cruzando el puente de 1914. Detrás el primitivo de 1873

El puente actual se construyó entre 1947 y 1950, precisamente donde estaba el de 1914. Y éste es el que hemos podido ver hoy en todo su esplendor y con el paso constante de circulaciones ferroviarias. La línea que pasa por encima es de doble vía y está electrificada.


Aquí tenemos otra vista del puente con un tren eléctrico de Cercanías de Riga pasando por encima.


En esta otra foto, un diminuto tractor de maniobras de los Ferrocarriles letones casi se pierde en uno de los vanos del puente.


Cuando la noche se echaba encima y aflojó el tránsito de trenes de viajeros, comenzaron a pasar uno tras otro trenes mercantes internacionales.


El puente en toda su longitud con las últimas luces del día. Hemos aguardando pacientemente, al igual que muchas personas que se había acercado a las orillas del Daugaba, para ver lo que recoge la siguiente fotografía.


Aquí tenemos al puente con su iluminación artística. Desde hace unos pocos años, la silueta del puente con sus arcos y su tablero brillan en la noche y destacan así sus características constructivas. Ignoro cuantos puentes metálicos ferroviarios en el mundo cuentan con una iluminación ornamental, pero el de Riga tiene una particular belleza que he querido compartir con los lectores del Blog en esta calurosa noche letona.