Oporto, estación de Sâo Bento: una lección de historia en azulejos

3 de julio de 2015

Oporto es una ciudad que esconde tesoros arquitectónicos y paisajísticos espectaculares. Muchas veces, en nuestras visitas a ella, nos hemos extasiado ante la contemplación del Duero desde la parte alta del puente metálico de Luis I. Pero hay un lugar indispensable de la visita para cualquier turista que allá llegue: es la estación de Sâo Bento, cuyo vestíbulo vemos en esta foto. Vamos a contar brevemente su historia y la de sus azulejos que cubren las paredes porque no pocas personas irán este verano hasta ella. Es el mejor comienzo de cualquier visita a Oporto.




Vista aérea de Oporto en la que hemos marcado la situación de la estación de Sâo Bento (casi en el centro) y la de Campanhâ (a la derecha)

La primera estación en entrar en servicio en Oporto fue la de Campanhâ, en 1875. Sin embargo, su situación muy alejada del centro de la ciudad por aquel entonces motivó que el Ayuntamiento de Oporto (Câmara Municipal) estudiase la construcción de un ramal hasta el centro. Para ubicar la estación término de ese ramal se pensó en el convento de Sâo Bento de Avé-Maria que había sido destruido por un incendio un siglo antes y cuya restauración no había sido muy diligente. En ese solar, el 7 de noviembre de 1896 comenzó a funcionar la primera estación de Sâo Bento con carácter provisional.




Arriba el convento de Sâo Bento y debajo la primitiva estación construida en ese lugar con la llegada del primer tren, en 1896, en imágenes de la prensa de la época

Inicialmente, la estación de Sâo Bento estuvo dedicada a la línea del Miño y su vestíbulo de viajeros eran esos tres pabellones de madera que se ven en las fotos históricas. Y aunque los servicios comenzaron en esos pabellones provisionales, ya desde antes de su puesta en servicio se había planificado la construcción del edificio definitivo con el porte de lo que se llamaría Estación Central de Oporto. La situación de la estación en relación con el viario circundante exigió también la construcción de un túnel de 1.360 metros, desde la propia playa de vías, para enlazar el ramal con la estación de Campanhâ.

Las obras de la nueva estación se prolongaron hasta 1916 y el 5 de octubre de ese año se inauguró el edificio con la ornamentación del vestíbulo ya terminada.


Alzado del edificio para el vestíbulo de la nueva estación de Sâo Bento que se publicó el 16 de marzo de 1905 en el número 412 de la revista Gazeta dos Caminhos de Ferro de Portugal, junto a una detallada descripción de las obras que se estaban acometiendo


Portada del número de la revista citada, en la que podemos ver las bocas del túnel de enlace entre la playa de vías de Sâo Bento y la estación de Campanhâ. A su izquierda podemos ver el dibujo del puente ferroviario de Maria Pia levantado por Eiffel en 1877 y actualmente fuera de servicio


Aspecto actual del edificio del vestíbulo de la estación de Sâo Bento de Oporto (Foto JCornelius)

El arquitecto autor del proyecto, Marques da Silva, le dio al edificio la belleza de líneas que no desmereciera del conjunto monumental de la zona centro de Oporto, entre otros de la catedral, próxima a la estación de Sâo Bento.

Pero lo que realmente llama la atención del viajero y del visitante es la serie de azulejos que decoran las paredes del vestíbulo. Muchas estaciones portuguesas hacen alarde en su decoración de la cerámica. También el Metro de Lisboa es una muestra espectacular de este acabado en sus estaciones, pero las paredes interiores de Sâo Bento son, además, una lección de la historia portuguesa y de la española, en cuanto se relaciona con el país vecino.



Dos lienzos de dos artistas portugueses sobre la estación de Sâo Bento. Arriba, los andenes de la estación, original de Armando Aguiar, de 1999. Debajo, el vestíbulo, pintura de Fernando Pamplona


Los azulejos del vestíbulo

El gran artífice de los azulejos del vestíbulo de la estación fue el artista portugués Jorge Colaço, nacido en el consulado portugués de Tánger en 1868, al ser hijo de un diplomático. No obstante, el arquitecto de la obra, que también había estudiado en la Escuela de Bellas Artes, preparó el ambiente arquitectónico para que esos azulejos lucieran con la historia y las costumbres de esa zona norte de Portugal. En total se emplearon unos 20.000 azulejos para componer todas las escenas. 

Para la selección de los temas históricos pesó mucho la ascendencia diplomática de Colaço, cuyas obras están diseminadas por todo Portugal y por otros países europeos y americanos. Precisamente, en el Palacio británico de Windsor, en Berkshire, hay un tríptico de este autor que representa la visita a Portugal de la Reina Alexandra de Dinamarca, consorte del Reino Unido por su matrimonio con Eduardo VII.




Detalle del friso situado en la zona alta del vestíbulo con imágenes de la historia de los transportes en Portugal. A la izquierda aparece ya un tren de vapor sobre las vías

Los temas que aborda Colaço en tan majestuoso entorno son muy diversos: desde escenas relacionadas con el transporte a lo largo de la historia hasta paisajes costumbristas pasando por los acontecimientos bélicos que más impactaron a Portugal.



Azulejo situado sobre el dintel de una de las puertas con la escena de la procesión de Nuestra Señora de los Remedios, en la localidad de Lamego, situada en el interior de Portugal, cerca del Duero



La conquista de la ciudad de Ceuta por los portugueses, en 1415, comandados por el infante Dom Henrique de Portugal (Enrique el Navegante) es otro de los grandes temas escogidos por Colaço para la decoración de Sâo Bento. 45.000 hombres en 200 buques cayeron de repente sobre la ciudad y de la mañana a la noche se hicieron con ella, gesta que abrió a los portugueses la ruta hacia el Mediterráneo oriental. En este gran panel de azulejos de la estación vemos a Enrique el Navegante sobre los cuerpos de sus enemigos con fondo de las murallas árabes de Ceuta.



La historia del siglo XII de Portugal, ligada entonces a la de España, está presente en este otro azulejo donde vemos a Egas Moniz presentándose al rey de León con su mujer e hijos. En aquella época gran parte de Portugal formaba el Condado portucalense dependiente del rey de León y Castilla. Egas Moniz fue un rico hombre portucalense, miembro de una de las más influyentes familias de Riba-Douro.



Otra escena real, como la que aquí vemos en el vestíbulo, representa la entrada en Oporto del rey Joâo I, el 2 de febrero de 1387 en su boda con Filipa de Lancaster, según estipulaciones del Tratado de Windsor, entre Inglaterra y Portugal. En la escena, nobles británicos y portugueses escoltan a la pareja real.

Esto es sólo una muestra de lo que podrá verse en Sâo Bento con curiosidad artística e histórica.

A estas alturas de las descripciones el viajero, embelesado por tantas belleza decorativa, estará a punto de perder el tren aunque habrá agradecido a Colaço y a Marques da Silva haberse encontrado ahí un entorno tan distinto del que nos presentan las estaciones habituales en Europa, donde abunda la publicidad comercial y poco la decorativa.





Sâo Bento en estos días de julio

Descendiendo a aspectos más ferroviarios, en Sâo Bento tienen su cabecera los trenes suburbanos del Gran Oporto. Desde ahí es posible desplazarse en ellos hasta Braga, Caidé, Guimarâes o Aveiro y enlazar también en Campanhâ con trenes Regionales y de Larga Distancia. Sâo Bento cuenta también con estación de Metro de la línea D de Oporto. Pero esa será otra historia que contaremos en otro de nuestros viajes a esa bella ciudad del Duero. (MAM)

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Esta entrada del Blog está especialmente dedicada a dos alumnos de postgrado, de viaje estos días en Oporto, que se han interesado por la historia de Sâo Bento y de sus azulejos.